No es la primera vez que regreso a la ciudad de metal, Einbroch. Con el paso del tiempo, llegue a tener un gusto por el polvo y el óxido que hay en el aire. La vida en este lugar es simplemente diferente.
Cálida siempre se encuentra a sus visitantes.
Sin embargo, los motivos de mis visitas no son vacacionales. Hace un tiempo que he escuchado los problemas de este lugar, y uno que llamó mi atención fué el de muchas desapariciones en las minas de Einbech.
Al parecer, los mineros excavaron demasiado y se encontraron con una criatura antigua, enfurecida por su despertar. Su nombre es Ungoliant.
Los primeros días de investigación en la mina fueron en vano. Simplemente no había pistas de dicha criatura. Solo pequeños hombrecitos negros quienes habían invadido las minas desde sus inicios, llamados Pitman, rondaban por las cuevas. Siempre hubo un conflicto entre los humanos y estas criaturas, pero una falsa y débil tregua permitía la interacción entre razas.
Con el tiempo encontré a Ungoliant, y logré salir victorioso de una larga y problemática lucha. Pensé que todo volvería a la normalidad. Lamentablemente estaba equivocado.
Días después, supe de la pérdida de un minero el cual había caido en un agujero. Me encontraba cerca y pedían ayuda a voluntarios y viajeros, así que decidí apoyarlos. Ya conocía las minas y de alguna manera imaginaba donde sería el lugar donde se encontraba el minero perdido.
Cuando llegamos al lugar no había nadie. Ropas y algunas herramientas ya hacían en el suelo bañadas de sangre. Los mineros que me acompañaban huyeron de inmediato asustados por lo que habían visto. Caminé al agujero y pude ver a una persona sentada, sujetando sus piernas con sus brazos, toda temblorosa e incapaz de hablar. Ofrecí mi ayuda y le dije que lo sacaría de ahí, pero cuando quize girar para buscar alguna soga, sentí un fuerte golpe sobre mi brazo derecho y fuí lanzado al suelo.
No podía creerlo, pero sabía que era cierto. Gire mi rostro para ver que me atacó y he ahí nuevamente el insecto gigante Ungoliant, aproximándose lentamente hacia mi para darme el golpe de gracia.
Hice un giro y salté con mis brazos hacia atrás para estar de nuevo en pie, pero justo al tocar el suelo decenas de Porcelios saltaron sobre mi. Apretaban mis brazos y piernas para evitar que escapará. Aun no podía comprender porque Ungoliant estaba vivo.
Tuve que tomar una medida desesperada para escapar, e invoqué Fire Wall sobre mi mismo, lo cual quemó por completo a todos los Porcelios, pero también fuí severamente afectado por las quemaduras.
Di unos pasos atrás y me preparé para mandar a la bestia nuevamente a su descanso eterno. Gracias a mi combate anterior con Ungoliant, sabía sus debilidades y lo que debía hacer. Cree un circulo de fuego alrededor del insecto para inmovilizarlo, y luego dejé caer uno de mis hechizos más fuertes: Meteor Storm. Los meteoros hicieron pedazos a la criatura, pero las heridas que sufrí eran demasiado severás, por lo que rapidamente busque refugio.
Llegué hacia un elevador el cual conecta los dos niveles de las minas. Era un lugar seguro para descansar, pero me llevé una sorpresa que quitó mi cansancio por completo. Unos huevos enormes se encontrabán cubiertos por un líquido verde viscoso, muy parecido al que se encuentra en las entrañas del Ungoliant.
Me senté observandolos y me pusé a esperar lo peor. Pero nada paso. Poco después utilice una Butterfly Wing para regresar al exterior de las minas y contar lo que había pasado y lo que había descubierto. El trabajo en las minas fue detenido por completo.
Una bestía aun mayor ya hacia dentro de las minas y debía ser eliminada.
